Se dice que la vida cambia a cada instante, pero en realidad lo que ocurre es que la vida en sí misma es cambio. Si las cosas permanecieran inmutables, un día tras otro, la idea de progreso y evolución no existiría. En muchas ocasiones lo olvidamos, olvidamos que el mundo está hecho a base de cambios y nos acomodamos plácidamente en nuestra rutina, en la cotidianeidad y creemos que todo seguirá igual siempre. Claro que, a veces, sí podemos llegar a apreciar las modificaciones: pequeños detalles sin importancia, positivos o negativos, a los que nos vamos amoldando con mayor o menor suerte, también grandes sorpresas... y grandes desgracias. Cambios tan enormes que hacen tambalearse los pilares sobre los que se sostiene toda nuestra existencia. Cambios que impedirán que nuestra vida continúe como antes.
El 12 de octubre ya no será nunca más la fiesta del Pilar, ni el día de la Hispanidad, ni siquiera el (tan poco emotivo) desfile de las Fuerzas Armadas. En estos momentos no puedo evitar que me venga a la cabeza una escena de la película de Supermán (1978) en la que el héroe logra retroceder el tiempo girando muy muy rápido alrededor de la tierra y haciéndola rotar en sentido contrario, de esta forma consigue que su amada Lois no muera. Ojalá yo fuera ese Supermán para evitar que el 12 de octubre se desarrollara como se desarrolló.
Ojalá pudiera hacer retroceder el tiempo.
La prueba a partir del minuto 3'30''.