domingo, 6 de abril de 2008

Historia de cronotopos

Aquí y ahora todo se mezcla. De verdad me hacían falta esas canciones de Iván "para el tiempo y la distancia", y comprobar así, que el ahora incluye obligatoriamente el ayer y el mañana; y que el aquí es también allí y todavía más allí.

Parece que últimamente todo el mundo a mi alrededor me habla de lo mismo. Toni (Soprano) discutía con César Vallejo el otro día sobre la fragmentariedad de la vida, y llegaron a la conclusión de que Todo (las miles de millones de partes que componen la realidad) es Uno, y tenían razón. París es París, y Goustranville, y ZaragoZa, y Madrid, y San Sebastián, y Londres...París es París, lo es Todo, y nada al mismo tiempo: cabe el mundo en ella, incluso realidades paralelas con dobles extraños de mi primo José y de Aitor, pero es también su propia negación, porque ya nada queda de ese París ideal que todos tenemos en la cabeza: Sartre murió, al igual que el dios del que él hablaba; el amor ha dejado de sentirse en las calles y atrás quedaron las revoluciones para salvar el mundo: los adoquines ahora sólo sirven para reflejar la sombra de los turistas.
Yo misma he estado aquí todo este tiempo, pero no he estado, estaba lejos, muy lejos, aunque parece que ya me voy encontrando.
Los relojes, sin embargo se aceleran y se retrasan a voluntad y los viajes en el tiempo son muy fáciles aquí: un billete de ida en el RER: 1,5 euros, y retrocedes 60 años. O quizás los adelantes, ya que el diseño del tren bien podría ser el de una nave espacial de una peli futurista de los años 5o. Para pararlo (el tiempo, digo) tampoco hace falta gran cosa. La semana pasada todo se detuvo unos minutos cuando creí tener una revelación mística viendo en patalla grande el comienzo de "Apocalipsis Now".
ThIs is ThE eNd, My OnLy FrIeNd, ThE eNd...