Este 2011 los Reyes Magos me han traído uno de esos gatos chinos que mueven constantemente el bracito arriba y abajo. Parece ser que a sus majestades les pareció graciosa una de las actualizaciones de este blog en la que aparecía una foto de un montón de gatitos todos iguales y consideraron que era el regalo perfecto para mí. Sin meterme a valorar el detalle en sí, he de decir que confío plenamente en el poder de ese bichejo para generar buena suerte. Porque eso es lo que hacen ¿no?, dar buena suerte... Y más le vale, porque últimamente en esta casa necesitamos un pellizco de eso.
Pienso, cuando lo veo ahí, en la estantería, tan concentrado en su vaivén, que el movimiento del brazo es una especie de dinamo que genera por sí misma energía y que eso, de alguna forma, se transforma en buena suerte. Seguramente sea mentira, pero yo por si acaso ya he comprado un paquete grande de pilas para cuando se le acaben las que lleva puestas. Otras veces, observándolo, un escalofrío me recorre el cuerpo y no puedo evitar imaginar que una cámara espía china esta metida dentro de ese adorable cuerpecito bañado en purpurina; registrando cada uno de mis movimientos, cada uno de nuestros movimientos. Un plan inverosímil pero, justamente por eso, perfecto. Así que atentos, nos os descuidéis nunca, "ellos" nos observan...